Un pueblo indígena no contactado de una isla india se enfrenta al genocidio en nombre del “megadesarrollo”
Los shompen son uno de los pueblos indígenas más aislados de la Tierra. Viven en la isla de Gran Nicobar, en la India, y la mayoría rechaza cualquier tipo de contacto con foráneos.
Con una población estimada de unas 300 personas, actualmente corren el riesgo de ser completamente exterminados por un plan de “megadesarrollo” que transformaría su pequeño hogar isleño en el “Hong Kong de la India”.
Si el proyecto sigue adelante, enormes extensiones de su selva única serán arrasadas por la construcción de un megapuerto, una nueva ciudad, un aeropuerto internacional, una central eléctrica, una base de defensa, un parque industrial y la presencia de 650.000 colonos, lo que incrementaría la población de la isla en casi un 8.000 %.
Una isla como ninguna otra
Durante siglos, la mayoría de los shompen han rechazado todo tipo de contacto con foráneos, lo que les ha mantenido a salvo de las terribles consecuencias del contacto experimentadas por la mayoría de los otros pueblos indígenas de las islas Andamán y Nicobar (puedes descubrir más información sobre las campañas de Survival por los pueblos indígenas no contactados aquí).
Los shompen, que viven en la selva tropical de la isla de Gran Nicobar, al este del océano Índico, han protegido y mantenido un entorno natural único durante miles de años.
Los shompen son cazadores-recolectores nómadas. Viven en grupos pequeños cuyos territorios están identificados por los ríos que atraviesan su selva.
Los shompen recolectan una gran variedad de plantas selváticas, pero su alimento básico es el fruto del árbol del pandano, al que llaman larop. Como otros cazadores-recolectores, los shompen poseen un profundo conocimiento de su selva y usan la vegetación de la isla de muy diversas maneras. Por ejemplo, con el árbol dhoop blanco fabrican incienso, repelente de mosquitos e incluso un tipo de goma de mascar o chicle. Los shompen cazan durante todo el año: monos, cerdos, lagartos o incluso cocodrilos forman parte fundamental de su dieta. También plantan pequeños huertos en los que cultivan tapioca, limones, chiles o guindillas y betel, entre otras especies.
Los shompen veneran a la luna como su diosa Houou, a quien consideran creadora del universo. Cuando alguien muere, se cree que la diosa luna baja a la Tierra para llevarle al paraíso, y los shompen identifican las marcas de la luna como señales de sus primeros antepasados.
Su hogar, la isla de Gran Nicobar, es pequeño, pero cuenta con una biodiversidad increíble: alrededor de un 95% de la isla está cubierta de selva tropical y alberga 11 especies de mamíferos, 32 de aves, 7 de reptiles y 4 de anfibios endémicos… ¡es decir, sólo pueden encontrarse allí! Es un lugar donde lagartos y cocodrilos comparten las selvas con macacos y musarañas arborícolas, y donde tortugas gigantes nadan entre arrecifes de coral con dugongos y delfines.
El derecho a permanecer sin contacto
Aunque unos pocos shompen tienen contacto con sus vecinos del pueblo indígena nicobarese, así como con colonos y funcionarios del gobierno, la mayoría permanece en la selva y rechaza el contacto con foráneos. Es muy poco lo que sabemos sobre los shompen, y su lengua nunca ha sido completamente traducida. Pero esto no significa que los shompen ignoren el mundo exterior, sino que la mayoría prefiere vivir en aislamiento. Al igual que ocurre con el pueblo indígena sentinelés de las cercanas islas Andamán, podría ser mortal para los shompen que haya intrusos abriéndose paso a la fuerza en su territorio.
Los pocos shompen que salen de la selva suelen hacerlo para recolectar e intercambiar cosas con foráneos antes de regresar al interior de la isla y compartirlos con otras familias shompen. Como otros pueblos indígenas no contactados del mundo, los shompen son sumamente vulnerables a enfermedades frente a las que no han desarrollado inmunidad, y aquellos que regresan a la selva hacen cuarentena en alojamientos especiales alejados de sus comunidades. Según un informe del gobierno:
El informe reconocía entonces que estos shompen no contactados eran sin duda "más sanos que los que tienen contactos con otros". La mayor parte de los contactos que establecen los shompen se producen, por ahora, como debería ocurrir con todas las comunidades indígenas: en sus propios términos.
Megadesarrollo = megadesastre
Pero el Gobierno indio planea ahora transformar la pequeña isla de los shompen en el "Hong Kong de la India", lo que cambiará completamente sus vidas para siempre.
El "Gran Proyecto Nicobar" tendrá un impacto devastador en las vidas de los shompen y de los vecinos nicobareses. Como ninguno de los dos pueblos indígenas ha dado su consentimiento al proyecto, éste viola tanto el derecho indio como el internacional.
Las autoridades planean construir en la isla un megapuerto, una ciudad del tamaño de Las Vegas, un aeropuerto internacional, una central eléctrica, una base de defensa, un parque industrial y zonas turísticas en más de 244 km2 de terreno, incluidos 130 km2 de selva tropical. El Gobierno afirma que "compensará" la pérdida de carbono de la selva plantando nuevos árboles en los matorrales del norte de la India. Estos proyectos de compensación son falsas soluciones y Survival desarrolla activamente una campaña contra la creciente amenaza que suponen para los pueblos indígenas de todo el mundo.
Para los shompen, cada árbol, planta, hoja y flor son sagrados y tienen un espíritu propio. Resulta difícil de imaginar lo que significará talar millones de árboles para un pueblo que ni siquiera permite cortar hojas en su territorio.
El mega-proyecto ocupará alrededor de un tercio de la isla, la mitad dentro de la Reserva Indígena. Igualmente peligrosa será la masiva explosión demográfica prevista para Gran Nicobar. La población total de la isla ronda actualmente los 8.000 habitantes, pero el Gobierno planea asentar allí a unas 650.000 personas en virtud del proyecto.
El proyecto devastará asentamientos shompen, junto con sus zonas de caza y recolección. Su sistema fluvial sagrado también quedará arruinado, y ello a su vez acabará con los árboles de pandano y sus frutos, una de sus fuentes de alimento más importantes. Con sus ríos arrasados, la capacidad de supervivencia de los shompen y su modo de vida se verán abocados al colapso.
Además de causar una devastación social y medioambiental sin precedentes a los shompen, estos planes también aumentan drásticamente su exposición a enfermedades externas que pueden aniquilarlos. Al igual que otros pueblos indígenas no contactados del mundo, los shompen son increíblemente vulnerables a estas epidemias que pueden diezmarlos y aniquilarlos. El Gobierno indio es muy consciente de estos riesgos y su evaluación oficial de impacto del proyecto afirma que “cualquier perturbación o alteración del entorno natural en el que viven puede suponer una grave amenaza para su existencia” y “una vez que las infecciones se extiendan entre el pueblo indígena [shompen]... toda la comunidad puede verse abocada a la extinción”. Sin embargo, en un intento de mitigar los riesgos, el Gobierno propone unas siniestras “torres de vigilancia y geovallas” para monitorear a los shompen.
En febrero de 2024, 39 especialistas internacionales en genocidio escribieron al presidente de la India, describiendo el megaproyecto como "una sentencia de muerte para los shompen, equivalente a un crimen internacional de genocidio”. Pidieron que se abandonara inmediatamente el proyecto.
Es imposible imaginar cómo podrán los shompen sobrevivir a esta abrumadora y catastrófica transformación de su isla.
Actúa urgentemente por los shompen
A pesar de que innumerables personas y organizaciones de la India piden que se abandone el proyecto, el Gobierno de la India parece decidido a seguir adelante y se ha saltado a la torera los procesos oficiales de autorización, todo ello sin el consentimiento de los shompen y los nicobareses.
Survival está llamando a la ciudadanía mundial a movilizarse para detener este proyecto de consecuencias devastadoras.
Se estima que los shompen llevan hasta 10.000 años viviendo en Gran Nicobar y tienen todo el derecho a seguir haciéndolo, pero su supervivencia está ahora en peligro. Necesitan urgentemente que el mayor número posible de personas se solidarice con ellos para que puedan sobrevivir a esta terrible amenaza sobre su existencia.
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