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Los enawene nawes

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La construcción de nuevas presas amenaza a los indígenas amazónicos

Los enawene nawes viven en una zona de sabana y pluviselva tropical en el estado de Mato Grosso, al oeste de Brasil. Aunque la mayor parte de su tierra fue oficialmente reconocida en 1996, una zona crucial denominada “Río Preto”, en la que los indígenas se reúnen cada año para pescar peces y luego ahumarlos, se quedó fuera.

La zona está siendo invadida por terratenientes y, por si fuera poco, el Gobierno del estado de Mato Grosso ha anunciado que va construir un enorme complejo de presas hidroeléctricas en la zona alta del río de la tierra de los enawene nawes.

Los enawene nawes son un pequeño pueblo indígena del Amazonas, que vive en las selvas del estado brasileño de Mato Grosso. Son un pueblo relativamente aislado que fue contactado por primera vez en 1974, cuando solo contaban con una población de 97 individuos. Actualmente son alrededor de 500 personas.

Los hombres enawene nawes llevan a cabo el ritual del Yãkwa, un intercambio de alimentos entre humanos y espíritus ancestrales de cuatro meses de duración, acompañado de danzas y cantos al ritmo de las flautas. © Fiona Watson/Survival

Viven en una única comunidad en grandes casas comunales (en cada una de ellas pueden habitar hasta 50 personas). Las casas radian desde una plaza central en la que llevan a cabo actividades comunales y rituales.

Lucha para sobrevivir

En la actualidad, este pequeño pueblo lucha por su supervivencia. El gobierno del estado de Mato Grosso proyecta construir 80 presas hidroeléctricas en la cuenca del río Juruena donde se encuentra su tierra.

Los enawene nawes no han sido consultados adecuadamente sobre el proyecto. Temen que las presas contaminen el agua y destruyan la pesca de la que dependen casi por completo, ya que no se alimentan de carne roja.

Es más, su vida espiritual gira en torno a los rituales de pesca que celebran a lo largo del año, en función de los ciclos de estaciones húmedas y secas.

Padre e hijo enawene nawes. © Fiona Watson/Survival

Aunque la mayor parte de su tierra fue oficialmente reconocida por el Gobierno Federal de Brasil en 1996, una importante zona que ellos llaman Adowina, o Río Preto, no fue incluida.

Esta zona es de una grandísima importancia para los enawene nawes, tanto desde el punto de vista económico como espiritual. Es la zona en la que construyen sus campamentos de pesca y presas de madera para pescar y después ahumar el pescado, y donde viven muchos espíritus.

En la actualidad esta zona está siendo invadida por terratenientes ganaderos que talan los árboles para construir pastos para el ganado. En los últimos años los terratenientes han quemado los campos de pesca de los indígenas y les han amenazado con emplear la violencia si volvían a construir sus presas de pesca allí.

Los enawene nawes están pidiendo con urgencia que las presas se suspendan. También demandan consultas apropiadas para debatir sobre los impactos de las presas y están ejerciendo presión para que el área de Río Preto se reconozca como suya. Además piden que los terratenientes sean expulsados inmediatamente antes de que destruyan más selva.

¿Cómo les ayuda Survival?

Survival apoya un proyecto de protección de la tierra llevado a cabo por los enawene nawes y la ONG brasileña OPAN.

Asimismo, Survival insta a las autoridades brasileñas para que suspendan el proyecto de construcción de las presas y para que ordene una evaluación completa e independiente de impacto ambiental y social del proyecto, consultando debidamente a los enawene nawes sobre el impacto y magnitud verdaderos del mismo.

Además, desde Survival también pedimos al Gobierno que reconozca el área de Río Preto como territorio de los enawene nawes. Este pueblo indígena necesita urgentemente tu apoyo.

Presas

El gobierno del estado de Mato Grosso ha anunciado que construirá un conjunto de presas hidroeléctricas en la parte alta del río Juruena, río arriba de la tierra de los enawene nawes.

Cinco de las presas ya se están construyendo a pesar de que no ha habido una evaluación apropiada de impacto ambiental o social, ni una consulta adecuada a los pueblos indígenas afectados. Otras tres presas han obtenido licencias medioambientales, de modo que su construcción puede comenzar en cualquier momento.

Otra presa se está construyendo en la selva amazónica. © Fiona Watson/Survival

Algunas de las presas están siendo financiadas por la empresa Maggi con el objetivo de beneficiar su negocio de la soja. La familia Maggi es la mayor productora mundial de soja, y uno de sus miembros, Blairo Maggi, es el gobernador del estado de Mato Grosso.

En total, se planean construir hasta 80 presas en la cuenca del río Juruena, aunque en un principio a los indígenas se les comunicó que serían cinco. Los enawene nawes creen que causarán un daño irreversible a su modo de vida al contaminar el agua y matar a los peces en los que se basa su dieta.

Lucha desesperada

Los enawene nawes y otros pueblos indígenas vecinos montaron bloqueos e invadieron el emplazamiento de construcción de una de las presas como señal de protesta.

En 2008, un fiscal federal consiguió obtener una orden judicial para detener las obras. Sin embargo, Blairo Maggi, gobernador del estado de Mato Grosso y miembro de la productora de soja Maggi, llevó el caso al Tribunal Supremo que revocó la orden de suspensión en junio.

Las obras prosiguen con rapidez. Los enawene nawes dicen que están “muy tristes” y cansados de escribir a las autoridades sobre las presas, ya que hacen oídos sordos a sus preocupaciones. En una carta a la ONU dicen: “No queremos que las presas ensucien nuestra agua, maten nuestros peces e invadan nuestras tierras”.

Se encuentran en un momento crítico de su historia. Si se construyen las presas, los enawene nawes no podrán volver a pescar, lo que es esencial para su supervivencia y para su importante relación con el mundo espiritual.

¿Cómo viven?

Los indígenas enawene nawes son uno de los pocos pueblos indígenas del mundo que no comen carne roja.

Su hogar es un territorio rico y bello de selva y de sabana en los límites de la cuenca del Amazonas en Brasil. Les ofrece todo lo que necesitan: cultivos como el maíz y la mandioca, miel y, sobre todo, pesca abundante.

Malocas enawene nawe como éstas rodean el
círculo central donde se celebran las ceremonias. © Fiona Watson/Survival

Están divididos en clanes y viven en una docena de malocas, o casas comunales, hechas de madera y paja.

Para ellos es esencial mantener el equilibrio y la armonía entre la naturaleza y el mundo de los espíritus. El universo de los enawene nawes tiene dos niveles, y entre ambos viven ellos.

El nivel superior es el hogar de los enore nawes, o espíritus celestiales, que son los dueños de la miel y de algunos insectos voladores. Acompañan a los enawene nawes en sus viajes de pesca y en sus expediciones para recolectar productos de la selva, y les protejen de los peligros del mundo más allá de su comunidad.

El nivel subterráneo es el mundo de los yakairitis, o espíritus del infierno. Kawari, un anciano de la comunidad, explica su papel: “toda esta tierra pertenece a los yakairitis, que son los dueños de los recursos naturales. Si agotas la tierra y la pesca, los yakairitis se vengarán y matarán a todos los enawene nawes”.

Rituales y pesca

Los enawene nawes son pescadores expertos. Durante la estación seca capturan peces utilizando arpones o los aturden con un veneno elaborado con jugo de una viña de la selva.

En la estación húmeda construyen intrincadas presas de madera de un extremo a otro de los ríos para atrapar grandes cantidades de peces. Pasan varios meses acampados en la selva ahumando los peces pescados en casas especialmente construidas para ello y luego lo envían en canoas de vuelta a su comunidad.

Durante la estación de la pesca, los hombres enawene nawe construyen presas de madera para capturar a los peces. Brasil. © Fiona Watson/Survival

Hombres enawene nawe cocinan pescado en su comunidad. © Fiona Watson/Survival

El ritual más importante de este pueblo indígena se conoce como Yakwa, un intercambio de comida entre humanos y espíritus que se prolonga durante cuatro meses. Cuando los hombres y los niños vuelven a la comunidad de los campamentos de pesca, intercambian comida de manera ritual con el mundo de los espíritus en esmeradas ceremonias.

Se ponen tocados de plumas y trajes especiales, y los hombres tocan la flauta para acompañar mientras la gente canta y baila alrededor de fuegos encendidos en la esplanada central.

© Fiona Watson/Survival

La recogida de miel se celebra con el Keteoko, el banquete de la miel. Los hombres recolectan grandes cantidades de miel silvestre en la selva y la esconden a su vuelta a la comunidad, solo revelando su escondite cuando las mujeres comienzan a bailar.

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