Niños guaraní mueren de hambre

12 abril 2005

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Varias comunidades guaraní-kaiowá se reunieron recientemente para discutir sobre el alarmante número de muertes por inanición sufridas entre sus hijos. Han emitido un comunicado solicitando que parte de sus tierras les sean devueltas:

La muerte de nuestros hijos: la hambruna y nuestra tierra

Nosotros, líderes de la Comisión por los Derechos de los Indígenas guaraní-kaiowá, que vivimos en Mato Grosso do Sul, nos hemos reunido para hablar sobre el asunto que se está discutiendo en todo Brasil: la muerte de niños indígenas por inanición. Estamos muy tristes por las muertes de docenas de niños durante los últimos meses. Aunque estamos muy agradecidos por todo el apoyo y la ayuda que la gente nos está dando, estamos furiosos porque no estamos siendo escuchados ni respetados en muchos aspectos relativos a nuestros derechos y a nuestro modo de vida.

La raíz de nuestros problemas se encuentra en la ausencia de tierras, como consecuencia de una historia llena de robos y destrucción de nuestros territorios originales, de una política de confinarnos en reservas, de despojarnos de nuestra libertad e incluso de nuestras ganas de vivir. Aquí en Mato Grosso do Sul, nosotros los indígenas fuimos expulsados de nuestras tierras y asesinados para que el ganado primero, y después las enormes plantaciones de soja, pudieran ocupar nuestro lugar. Fue un proceso cargado de violencia contra nuestra gente y nuestra forma de vida. Las selvas en las que cazábamos fueron arrasadas por los madereros y los tractores de los terratenientes ganaderos. Era en esas selvas donde solíamos recoger alimentos tales como frutas o miel, o materias primas para construir nuestras casas y nuestras herramientas.

La muerte y la hambruna se deben a muchos factores, entre los que se encuentran la pérdida de nuestras tierras, que condujeron a la quiebra de nuestras economías, de nuestros sistemas de producir alimentos, y de nuestras familias.

Este asunto no se puede discutir como si se tratara simplemente de "dar alimento a los indígenas". Tampoco se puede afirmar que nuestra cultura sea responsable de estas muertes. La solución va mucho más allá de un sencillo reparto de alimentos por parte del Gobierno. Antes éramos un pueblo libre, rodeado de abundancia. Hoy dependemos de las ayudas del Gobierno. Entendemos que la política que se nos aplica es paternalista y no nos permite producir nuestros propios alimentos. Es como tener una pistola apuntándonos a la cabeza. Necesitamos el derecho a producir de nuevo alimentos en nuestras huertas, cultivar de nuevo mandioca, papas, caña de azúcar, bananas, batata, maíz, frijoles, arroz… Necesitamos ayuda para resucitar nuestras tierras. Estas tierras deben ser reconocidas por el Gobierno como nuestras y liberadas de colonos.

Sin respetar la constitución federal y el Convenio 169 de la OIT, aún a fecha de hoy, las políticas públicas respecto a los indígenas no tienen en cuenta nuestra forma de ser, de vivir, de pensar y de organizarnos. El Gobierno distribuye raciones de comida por nuestros hogares sin considerar si la comida es apropiada teniendo en cuenta nuestras costumbres.

Por encima de todo necesitamos que nuestras tierras sean ratificadas y protegidas y los colonos expulsados. Estas tierras incluyen Nhande Ru Marangatu (municipio de Antônio João), Lima Campo (en Ponta Porã), Taquara (Juti), Ivycatu (Japorã), Guyraroka (Caarapó), Kokueí (Ponta Porã), Sucuriy (Maracajú), así como una revisión de los límites de las pequeñas zonas demarcadas por el SPI (Servicio Gubernamental de Protección de los indígenas) a principios del siglo pasado. Debemos tener la posibilidad además de volver a nuestros hogares para cultivar nuestros campos, producir nuestros alimentos y recuperar las tierras de nuestras antiguas comunidades que se han visto empobrecidas. Estas tierras han sido utilizadas sin el debido cultivo rotativo porque no hay otro lugar donde cultivar. Debemos tener agua limpia y potable en nuestras comunidades, así como cuidados médicos y sanitarios que respeten nuestra cultura.

Pero por encima de todo exigimos respeto y justicia. No queremos ser un objeto más de caridad y de proyectos paternalistas. Tenemos derecho a ser diferentes y libres, a ejercitar nuestra autonomía y a ser escuchados cuando se establezcan políticas sobre nuestros pueblos.

Aunque hemos sido heridos, no estamos vencidos, tenemos toda nuestra fe puesta en nuestra sabiduría, y creemos que algún día reconstruiremos nuestra Tierra sin Mal.

Territorio Indígena Caarapó, 5 de marzo de 2005

Silvio Paulo, Anastácio Peralto, Nito Nelson, José Bino Martins, Ladio Veron, Rosalino Ortiz

Comisión por los Derechos de los indígenas guaraní-kaiowá
 


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