Por qué el modelo de conservación necesita cambiar

© Freddie Weyman/Survival

Respuesta a tus preguntas sobre la campaña de Survival.

Desde sus comienzos, la “conservación de la naturaleza” ha actuado en contra de los pueblos indígenas, sobre todo arrebatándoles sus tierras y prohibiendo sus actividades de subsistencia. Esto ha incluido prohibir a las poblaciones locales cazar animales para alimentarse, con el fin de conservar la fauna para los cazadores deportivos o de trofeos.

Muchas organizaciones conservacionistas tienen ahora, sobre el papel, una política más “proindigena”, pero estas pocas veces reflejan la realidad sobre el terreno, donde la conservación sigue siendo responsable de graves violaciones de los derechos humanos. Las vidas y las tierras de los pueblos indígenas y tribales están siendo destruidas por el sector conservacionista, el turismo y las grandes empresas.

Estamos combatiendo estos abusos. Sabemos que los pueblos indígenas cuidan su entorno natural mejor que nadie. Nos hemos embarcado en un proyecto muy ambicioso: el de presionar a los conservacionistas para que de una vez cumplan los estándares internacionales en materia de derechos humanos y pueblos indígenas. Creemos que si esto se consigue, las colaboraciones resultantes catalizarán finalmente el salto adelante más significativo de la historia en favor de la protección del medioambiente.

En su forma actual, la “conservación” a menudo no funciona: no consigue preservar muchos entornos naturales y daña a las personas. La clave de su fracaso reside en el hecho de que la imagen benevolente que ofrece al público en los países industrializados está muy lejos de cómo se percibe sobre el terreno: allí, mucha gente la ve como otra forma de colonialismo que se beneficia de la apropiación de tierras, del turismo invasivo (comercializado con la etiqueta “eco”), la caza de trofeos, la producción de biocombustible e incluso la producción maderera y la minería.

Contestamos aquí a algunas preguntas frecuentes.

Indígenas bakas, Messok Dja, República Democrática del Congo. En África y Asia, la creación de Áreas Protegidas ha provocado violencia, hambre y un dramático deterioro de las condiciones de salud de la población indígena y local. © Fiore Longo/Survival

¿A qué zonas concretas se refieren?

Para comenzar, a los bakas y otras tribus de la cuenca del Congo, que son víctimas de abusos rutinarios y graves por parte de los guardaparques que dependen del respaldo financiero de grandes organizaciones conservacionistas como WWF; las reservas de tigres en India, donde expulsan ilegalmente a los indígenas de sus tierras ancestrales, mientras se fomenta el turismo que paga; los bosquimanos en Botsuana, que son obligados a abandonar sus tierras, supuestamente para preservar la fauna (aunque se ha construido una mina de diamantes en el territorio); y más en general, la verdadera historia de los sufrimientos que ha infligido la creación de parques nacionales a los pueblos indígenas.

¿No hacen falta las zonas de conservación para preservar las tierras vírgenes

Se afirma invariablemente que las tierras indígenas son espacios vírgenes, pero no es así. Casi todas las zonas de conservación son en realidad tierras ancestrales de pueblos indígenas, que dependen de ellas y las han conformado, gestionado y controlado durante milenios. Solo ahora nos estamos dando cuenta de muchos de los beneficios de esta actividad: por ejemplo, la quema deliberada y regular de bosques y matorrales por los aborígenes australianos favoreció la biodiversidad y previno los enormes incendios peligrosos que asolan actualmente el continente. Lejos de ser ajenos a toda intervención humana, los espacios naturales “vírgenes” más famosos –entre ellos, Yosemite, Yellowstone y Serengueti– fueron el hogar de pueblos indígenas, que fueron expulsados violentamente cuando sus tierras se convirtieron en parques nacionales dirigidos al turismo de masas y sus negocios asociados.

Pero al menos esas zonas están ahora protegidas, ¿no?

Es normal que se impidan determinadas actividades humanas en algunas zonas, y es probable que los pueblos indígenas apoyen esto. Ellos mismos lo han venido haciendo desde tiempos inmemoriales; por ejemplo, prohibiendo o restringiendo la caza en ciertos lugares. Sin embargo, en muchas zonas de conservación, la naturaleza aparentemente “virgen” es en parte un montaje, donde se crean pozas de agua cerca de los hoteles para atraer a los animales de caza, se modifica el terreno para ofrecer vistas a los turistas y se construyen vallas, carreteras, hoteles, campamentos, pistas de aterrizaje, centros de estudio, aparcamientos, etc. De este modo, los mismos que afirman que las tierras deberían permanecer “intactas”, pueden alterarlas más que nunca. Muchos parques nacionales no son actualmente espacios deshabitados, preservados de la invasión, sino conformados por los conservacionistas para que ofrezcan una imagen particular, y normalmente tienen muchas más actividad humana que nunca antes.

Pero la conservación ha evitado la extinción de especies, ¿no es bueno esto?

¡Por supuesto! Las cacerías masivas de caza mayor practicadas por los colonizadores europeos en India y África están ahora más controladas (aunque todavía se venden regularmente concesiones de caza). Sin embargo, las mismas especies que estaban amenazadas hace una generación siguen estando amenazadas hoy. WWF dice que la Tierra ha perdido la mitad de su fauna salvaje en los últimos 50 años. La conservación no funciona, así de simple, y esto se debe en parte a que se excluye a la población local. No funcionará hasta que la ponga de su lado, pero no podrá hacerlo si sigue siendo responsable de los abusos cometidos.

¿Qué piensan los indígenas de la conservación?

Survival no pretende representar a los pueblos indígenas, pero está claro que algunos la consideran uno de los mayores problemas a que se enfrentan. Algunos son empleados por para ella, normalmente en los puestos de más baja cualificación, protagonizando espectáculos para turistas, de sirvientes en alojamientos turísticos y hoteles, etc. Algunos se sienten intimidados por ella, y unos pocos se benefician.

¿Qué pruebas hay de que las organizaciones conservacionistas están implicadas en la caza de trofeos?

El desarrollo de las ideas conservacionistas en el siglo XIX y comienzos del XX está inextricablemente asociado a la caza de trofeos. La conservación sigue beneficiándose habitualmente de ella. WWF la califica de “instrumento legítimo”, de “incentivo” a la conservación o incluso de la mejor opción disponible en determinadas situaciones. Ha apoyado la demarcación de zonas en Camerún que incluye concesiones de caza. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), la organización medioambiental más grande del mundo, ha apoyado una subasta para la caza de rinocerontes, afirmando que “la caza de trofeos es un pilar fundamental del enfoque conservacionista de Namibia y necesaria para su éxito”. Varios líderes conservacionistas, como el rey emérito de España (expresidente de WWF España), el duque de Edimburgo (expresidente de WWF International) y su nieto, el príncipe Harry (embajador de United for Wildlife), han practicado personalmente la caza de trofeos. Desde hace tiempo se sostiene ampliamente que estos cazadores son los mejores conservacionistas. Mientras, los cazadores indígenas son acusados de “furtivismo” porque cazan para alimentarse. Y se enfrentan a arrestos y palizas, tortura y muerte mientras se fomenta la lucrativa caza de trofeos (o caza mayor)

¿No son algunos indígenas culpables de caza furtiva ilegal o de colaboración con furtivos “organizados”?

Quizás en algunos lugares, pero es importante comprender el contexto de fondo y los antecedentes. El primer acto ilegal es el de aquellos gobiernos y organizaciones conservacionistas que roban las tierras indígenas y les prohíben sus actividades de subsistencia. El segundo es la persecución de los pueblos indígenas por quienes están decididos a mantenerlos fuera de sus tierras. Mermados sus medios de subsistencia, no es de sorprender que algunos indígenas desesperados puedan ser reclutados por furtivos “organizados”. Sin embargo, también es cierto que esta pueda ser una falsa acusación, usadas por gobiernos y medioambientalistas para justificar sus propias acciones ilegales (como sucede claramente en Botsuana).

¿No resultaría complejo y costoso involucrar a los pueblos indígenas de forma justa y adecuada en los proyectos de conservación en sus tierras?

Existen cientos, o tal vez miles, de organizaciones que aseguran trabajar por el medioambiente. Cada 24 horas, Conservation International recibe 290.000 dólares, la IUCN ingresa más de 320.000, el WWF 2 millones y The Nature Conservancy 2,6 millones: difícilmente puede hablarse de escasez de recursos. Si ese dinero se empleara como es debido, en colaboración real e igualitaria con los pueblos indígenas, estos últimos demostrarían probablemente que son mucho más eficientes y mejores guardianes de sus propias tierras que nadie. La evidencia demuestra
que, con diferencia, la forma más económica de proteger el medioambiente pasa por asegurar el control por los pueblos indígenas y tribales de sus propias tierras, sobre las que tienen infinitamente más conocimiento y experiencia que nadie.

¿No están ignorando las complejas realidades de los
desequilibrios de poder y el racismo que juegan en contra de los pueblos indígenas en las zonas de conservación?

No, las reconocemos completamente y de hecho tratamos de cambiarlas. Con demasiada frecuencia las organizaciones conservacionistas las aceptan, e incluso refuerzan, o conciben proyectos ineficaces que no hacen más que intentar mitigar sus efectos.

*Han tachado vuestra crítica a la conservación de ardid para recaudar fondos. ¿Es eso cierto?

No. Probablemente la mayoría de nuestros simpatizantes se consideran conservacionistas de la naturaleza. Al denunciar los aspectos negativos de la conservación estamos preparados para perder apoyos y para ser duramente atacados por organizaciones conservacionistas muy poderosas, así como por sus socios comerciales. Entre las primeras figuran algunas de las “marcas” que cuentan con mayor confianza en el mundo y sabemos que será difícil convencer a la opinión pública de que necesitan cambiar. A ello se suma que los medios de comunicación no suelen hacerse eco de las críticas a esas organizaciones, que a menudo van a los tribunales cuando se sienten amenazadas. Nos estamos embarcando en una tarea difícil, pero absolutamente vital.

¿Cómo podéis afirmar que los pueblos indígenas y tribales son los mejores conservacionistas?

Survival ha considerado detenidamente las evidencias antes de hacer esta afirmación, buena parte de las cuales solo han podido conocerse recientemente. Entre estas encontramos: las imágenes satelitales de la Amazonia y otras zonas que muestran claramente cómo las áreas indígenas son las más boscosas; los datos sobre la cantidad de fauna del Kalahari que demuestran que los bosquimanos no cazan en exceso, como se venía afirmando; los estudios de los efectos de las técnicas indígenas de quema regular de sotobosque, de la agricultura itinerante y de las actividades de caza y recolección que aumentan la biodiversidad; las investigaciones sobre el impacto destructivo de especies invasoras que pueden incrementarse cuando los pueblos indígenas son expulsados de sus tierras; las investigaciones en Rapa Nui (la isla de Pascua) que muestran cómo las ideas previas sobre su deforestación posiblemente sean equivocadas; la población de tigres que que pueden ser más densas donde no se ha expulsado a los indígenas; y un sinfín de testimonios de los propios pueblos indígenas y tribales.

¿Qué piensan otras organizaciones?

Hasta los informes de organizaciones que han sido responsables de la expulsión de pueblos indígenas y tribales respaldan ahora este punto de vista. El Banco Mundial fue una de las fuerzas más destructivas durante la última generación y, sin embargo, uno de sus estudios demuestra que en las zonas que habitan pueblos indígenas la deforestación es menor; WWF afirma que el 80% de las “ecorregiones” más ricas del planeta son el hogar de pueblos indígenas y tribales y que esto “muestra la eficacia de los sistemas indígenas de gestión de recursos”.

¿No están alimentando el mito del “buen salvaje”?

No, es lo que demuestran las pruebas. No hay duda de que los pueblos indígenas tienen una conexión con la “naturaleza” mucho más profunda que la sociedad industrializada. El medio que les rodea no es para ellos solo su hogar, sino aquello que les proporciona los materiales de construcción, alimentos, medicinas, ropa y todo cuanto necesitan sus familias para prosperar. Su modo de vida es en gran medida autosuficiente y dependen de sus tierras para todo: estas
son su refugio, su supermercado, su templo y su hospital. Más que en ninguna otra parte, su salud, prosperidad y supervivencia dependen de su entorno, lo que los convierte en los mejores conservacionistas y guardianes del mundo natural. Estos son los hechos que la sociedad industrializada ha menospreciado durante generaciones al grito del “buen salvaje”.

Visita survival.es/guardianes para más información.


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