Refugiados de la conservación
Muchas expulsiones han sido brutales, y prácticamente sin avisar. Comunidades que antes cazaban, recolectaban, criaban ganado o cultivaban en una zona determinada, se ven ahora viviendo miserablemente fuera de los parques, se los trata como a furtivos o criminales si alguna vez se atreven a entrar en ellos.
Un comunicado del Foro Indígena en una conferencia internacional en 2004 resumió esta situación: “Primero nos quitaron nuestra tierra en nombre de reyes y emperadores, luego en nombre del desarrollo del Estado, y ahora en nombre del conservacionismo”.
Las consecuencias de las expulsiones
El impacto para las comunidades es igual de negativo cuando pierden su tierra debido a proyectos de conservación de la naturaleza que cuando las pierden debido a otros “proyectos de desarrollo” como minas o presas. Sus vidas y su sustento resultan devastados.
En el pasado autosuficientes e independientes, los refugiados de la conservación se ven completamente dependientes de las ayudas de terceros.
Esto sumerge a la comunidad en la pobreza y todo lo que conlleva: mala salud, mala nutrición, una gran angustia y enfermedades mentales. Los refugiados de la conservación a menudo sufren el racismo y son discriminados por las autoridades y/o la sociedad no indígena a la que se los empuja.
Un viuda twa de una zona que ahora es el Parque Nacional Kahuzi-Biega de la República Democrática del Congo, describe su expulsión:
“No sabíamos que venían. De repente uno de ellos forzó la puerta de nuestra casa y empezó a gritar que nos teníamos que ir inmediatamente porque el parque no es nuestra tierra. Al principio no entendía de lo que estaba hablando porque todos mis antepasados han vivido en estas tierras”.
No debería ser motivo de sorpresa, por tanto, que los pueblos indígenas que han sido expulsados de sus tierras dejen de ser los “conservacionistas originales” y pasen a ser los “enemigos de la conservación”, como dijo el líder masai Martin Saning’o a un grupo de conservacionistas.
Separar a las comunidades de sus tierras en nombre del conservacionismo medioambiental genera pobreza, resentimiento y enfado, y todos ellos hacen más difícil la misma conservación de la naturaleza.
El “pueblo de la selva”
Los wanniyala-aettos, o “pueblo de la selva”, de Sri Lanza han sido expulsados de su antiguo territorio, que ahora se encuentra en el Parque Nacional de Maduru Oya. En 1983, el Gobierno declaró ilegal sus medios de vida basados en el bosque.
Los wanniyala-aettos ya han perdido gran parte de sus tierras por culpa de las presas, los colonos y la tala. Maduru Oya era su último refugio.
Tapal Bandialetto, un hombre waniyala-aetto, dijo: “Si la próxima generación se queda aquí, aprenderán a beber, a fumar y a apostar. Todas las cosas malas.
Deben volver a la selva mientras aún son jóvenes, y volver al sistema tradicional. Nosotros teníamos nuestro propia medicina, nuestra propia educación. Todas esas cosas se están perdiendo.”
Escapar por los pelos
Los mursis del valle del Omo en Etiopía escaparon por los pelos a un destino similar.
En 2006, una organización neerlandesa, African Parks Foundation (APF) firmó un acuerdo con el Gobierno que otorgaba a APF, de facto, poderes de control policial, lo que les permitía criminalizar a los mursi en su propia tierra.
Se produjo una oleada de indignación internacional y Survival escribió a APF para advertirles de que estaban siendo cómplices en la violación de los derechos de los mursi y sus vecinos. Poco después, APF se retiró del parque.
Acceso denegado
Para muchos pueblos indígenas, un nuevo parque no solo supone que pierden sus hogares, sino que también pierden tierras que son de vital importancia para ellos: se les deniega el acceso a sus lugares sagrados o las tumbas de sus antepasados, no pueden obtener plantas medicinales o sagradas y son incapaces de encontrar recursos suficientes para la vida diaria.
De repente, los recursos de los que un pueblo indígena siempre ha dependido no están disponibles. Si cazan en el parque son “furtivos”. Si recolectan los recursos que siempre han utilizado, pueden ser multados o incluso encarcelados.
Algunos proyectos conservacionistas ofrecen compensación en forma de “medios de vida alternativos”, pero muy a menudo estos no tienen en cuenta las necesidades y los valores de los indígenas, llegan a muy pocas familias y, en general, son “demasiado escasos y llegan demasiado tarde”.
Frenar las expulsiones
La expulsión o exclusión de los pueblos indígenas de sus tierras tradicionales es inmoral e ilegal y tremendamente dañina. Survival suscribe el Código Bennett, que pide a las organizaciones conservacionistas que firmen un código de conducta que les prohíba trabajar en zonas de donde pueblos indígenas han sido expulsados.
También da a las comunidades indígenas una vía para buscar justicia si consideran que han sido maltratadas por una organización conservacionista.
Descargar el Código Bennett PDF 150kb. De la página web de Survival
Guardianes de la naturaleza
Lee el informe de Survival ‘Los parques necesitan a los indígenas’ (en inglés)
El Código Bennett
Guardianes
Noticia: Los ogiek se enfrentan a la expulsión de su selva ancestral
Noticia: La India paraliza la expulsión de tribus de parques nacionales
Recibe nuestros emails
Nuestra increíble red de simpatizantes y activistas ha tenido un papel primordial en cada uno de los éxitos que hemos alcanzado en los últimos 50 años. El primer paso es estar informad@. Suscríbete ahora para recibir las últimas noticias y acciones.