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La minería amenaza a un pueblo indígena de Filipinas

Los palawanes viven en el sur de la isla Palawan, en Filipinas.

La llegada de miles de nuevos colonos y un gran impulso a la minería por parte del Gobierno filipino suponen una grave amenaza a este pueblo indígena.

Una palawan trepando por un puente colgante hecho de caña de ratán para llegar a la copa de un árbol ‘ginuqu’. © Dario Novellino

Los palawanes viven en el sur de la isla Palawan, en Filipinas, tanto en el interior montañoso como en las tierras bajas.

Hay unos 40.000 palawanes en total. Algunos de los que viven en el interior están muy aislados y tienen muy poco contacto con los foráneos.

Los palawanes practican los cultivos rotativos, por lo que limpian un área pequeña de bosque y la cultivan antes de abandonarla y permitir que se regenere.

Cultivan arroz en las tierras altas, del cual creen que tiene una “personalidad parecida a la humana”, y también recolectan miel y cazan jabalíes.

Las rocas son los huesos de la tierra; los árboles, el pelo. Cuando las rocas quedan a la vista, es como si los huesos humanos estuvieran a la vista. Si hay una herida en el mundo, el arroz no crecerá bien. Murina, hombre palawan

En el año 2000 se construyó una carretera alrededor de la isla, lo que que atrajo a miles de nuevos colonos llegados de otras partes de Filipinas y obligó a muchos palawanes a adentrarse en el interior de la isla.

En el 2006 el Gobierno filipino impulsó un gran proyecto minero. La presidenta pidió una revitalización de la minería en todo el país, lo que ahora supone una amenaza aún más seria para las comunidades palawanes.

Las empresas que buscan níquel, cromo y otros recursos en la tierra de estos pueblos indígenas, incluso en las zonas donde viven los palawanes aislados, ya han hecho cientos de solicitudes para realizar excavaciones.

En 2008 se aprobó una moratoria de minería a pequeña escala en Palawan. Sin embargo, la exploración y extracción a gran escala llevan camino de continuar, especialmente en zonas habitadas por las vulnerables y aisladas comunidades palawanes.

Una familia de tau’t batu (pueblo de la cueva) en la entrada de la cueva Pangi-Pangi, en el valle de Singnapan. © Dario Novellino

Las canteras al aire libre podrían destruir las montañas y los bosques, contaminar los ríos y el mar, destruir los cementerios de los palawanes y otros enclaves espirituales o de referencia para ellos.

La campaña de Survival

Survival está haciendo campaña con organizaciones locales para detener las actividades mineras en la tierra de los palawanes hasta que ellos no den su total consentimiento libre e informado.

También pedimos al Gobierno filipino que reconozca y proteja su territorio oficialmente, de acuerdo con la ley de Filipinas.

¿Cómo viven?

Los palawanes cultivan la mayor parte de su comida en pequeñas parcelas de tierra en el bosque. Antes de desbrozar una zona para plantar, consultan y calman a varios espíritus e interpretan los presagios que ven en sus sueños.

Palawan plantando arroz en tierras altas en Barangay Culasian, municipio de Rizal. © Dario Novellino

El jabalí es su carne favorita y deben preguntar al “amo” de este animal antes de cazarlo.

También creen que las abejas tienen su propio “amo”, al que sólo puede ver el beljan (chamán) durante el trance.

Algunas comunidades realizan una ceremonia cada siete años para “limpiar el mundo” y restaurar el equilibrio cósmico.

Los palawanes recolectan y venden resina, cañas de ratán y miel silvestre. Los palawanes más sedentarios también cultivan arroz húmedo y coco, que después venden, y crían animales domésticos como vacas, búfalos y cerdos.

La minería ya ha supuesto dificultades en el cultivo y la caza para algunas comunidades palawanes. Varias zonas de sus bosques han sido devastadas, sus ríos están llenos de lodo y sus lugares sagrados han sido destruidos.

Los grandes proyectos de minería de níquel destruirán kilómetros de bosque y privarán a los palawanes más vulnerables de sus medios de vida.

Amenaza minera

En Palawan, la minería ya ha asolado bosques y lugares sagrados, provocado inundaciones y que los ríos y territorios de cultivo se hayan llenado de lodo, así como la destrucción de lugares sagrados.

El impacto de la minería del níquel en la concesión de Rio Tuba Nickel Mining Corporation (RTNMC). © Dario Novellino

Rolando Punoi, un tagbanua de Sitio Lamane, describió así el impacto de la minería en su tierra: “Ahora vemos a empresas mineras yendo de un lado a otro de nuestro bosque, agujereando el suelo, talando los árboles, destruyendo las cuencas de nuestros ríos y contaminando el agua que bebemos”.

La empresa MacroAsia, propiedad del multimillonario Lucio Tan, proyecta minar en la tierra ancestral de los palawanes aislados que viven en torno al monte Gantong y la cordillera Mantalingahan.

Estas comunidades son especialmente vulnerables y no sobrevivirán a la pérdida de su tierra.

La empresa Toledo Mining Corporation, con sede en Londres, ha invertido fuertemente en un proyecto de lateritas niquelíferas que también amenaza la tierra de los palawanes.

Llegará un momento en el que nuestros hijos ya no reconocerán los nombres de los árboles, las huellas de los animales, las canciones de los pájaros. Ese será el momento en el que el bosque ya no esté, las empresas mineras ya no estén, cuando los ríos ya no fluyan… ¿Y nosotros? Seguiremos estando aquí. Marylin Samparan, mujer palawan

Otra empresa, la Rio Tuba Nickel Mining Corporation, proyecta minar en la cordillera Bulanjao, en el extremo sur de la isla, una zona de densos bosques que proporciona fuentes de agua vitales tanto para las comunidades indígenas como para los colonos.

La carretera de la empresa ya está de hecho causando daños medioambientales graves: desplazamientos de tierra, erosión del suelo y deforestación de las cuencas de los ríos.

Al amparo de una iniciativa del gobierno provincial, se han plantado en Palawan muchos miles de hectáreas de palma de aceite y otros cultivos para la obtención de biocombustibles.

Esto está teniendo un efecto devastador en la biodiversidad de la región y limita el acceso de la gente a sus recursos naturales habituales.

El Gobierno de Filipinas también está fracasando a la hora de poner en marcha la Indigenous People’s Rights Act (IPRA, Ley de los derechos de los pueblos indígenas), que permitiría la identificación, delineación y reconocimiento de la tierra indígena. Los proyectos mineros en la isla Palawan violan claramente ésta y otras leyes filipinas.

Ve Voices from the ‘Last Frontier’ un documental sobre la situación. Lee más sobre las amenazas que la minería supone para las comunidades palawanes aisladas de Bulanjao y Gantong/Brooke’s Point en estos dos informes fruto de una investigación conjunta de Ancestral Land/Domain (ALDAW, Observatorio de tierras y dominios ancestrales) y The Centre for Biocultural Diversity (Centro para la diversidad biocultural) de la Universidad de Kent (Reino Unido).

Creencias

El principio en el que los palawanes basan su vida se denomina ingasiq, que significa “compasión”. Este principio es la base de todas sus acciones y enfatiza la importancia de comportarse con los otros con generosidad y compasión.

Sus ceremonias, oraciones, cánticos y danzas sanadoras forman parte de lo que llaman adat et kegurangurangan, o “ las costumbres de los antepasados”.

Para los palawanes, el universo es vertical y está dividido en catorce niveles diferentes. Las almas de los beljan (chamanes) pueden viajar a estos otros niveles para “curar el mundo” y restablecer el equilibrio cósmico.

No consideran a los chamanes personas especiales o sagradas, pero son los que, en un trance o en un sueño, pueden penetrar en el mundo invisible y entrar en contacto con seres sobrehumanos.

Pueden ver y extraer las impurezas que están provocando enfermedades en el cuerpo de un paciente. Normalmente también son expertos en el uso de plantas medicinales.

La buena salud depende del equilibrio entre el cuerpo y su “fuerza vital” (kuruduwa). La pérdida del kuruduwa crea una alteración que hace al cuerpo vulnerable ante las enfermedades y los ataques de seres malévolos.

La tierra y el bosque

El ser supremo para los palawanes es Empuq, (el Señor o Amo), a quien ven como el creador de todas las cosas en el mundo. Otros seres benévolos viven en las montañas más altas.

Los palawanes creen que el bosque es el hogar de muchos demonios. Creen que los demonios llamados lenggam son los cuidadores de los animales venenosos y que muerden como los escorpiones y las serpientes.

Si se caza o recolectan frutos de los árboles en demasía, se puede provocar que estas criaturas ataquen a los humanos.

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